No creáis en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen.
No creáis en nada porque así lo hayan creído los sabios de otras épocas.
No creáis en lo que vuestra propia imaginación os propone cayendo en la trampa de pensar que Dios os lo inspira.
No creáis en lo que dicen las sagradas escrituras,sólo porque ellas lo digan.
No creáis a los sacerdotes ni a ningún otro ser humano.
Creed únicamente en lo que vosotros mismos hayáis experimentado, verificado y aceptado después de haberlo sometido al dictámen del discernimiento y la voz de la conciencia.